sábado, 7 de abril de 2012

Reflexiones sobre Grupoanálisis



Creo que el grupoanálisis implica dos novedades con respecto a la terapia tradicional que hay que tener en cuenta: 1) la inclusión del paciente en un grupo desplaza el objeto de la terapia desde el individuo en un sentido cerrado a un individuo abierto. 2) El terapeuta se incluye en el grupo y, por tanto, es influencia y parte influenciada por el grupo y sus dinámicas propias.
¿Por qué es necesario tomar en consideración esas dos novedades radicales? Pienso que los avances en el estudio del individuo no deben quedar fuera de la práctica terapéutica. Un individuo no puede ser más una mónada, un núcleo autosuficiente que puede explicar sus reacciones y sus afecciones solamente en base a sí mismo. No puede separarse de su contexto (yo soy yo y mi circunstancia, decía Ortega y Gasset) si se quiere comprender de manera global. Esto, bajo mi punto de vista, prioriza la necesidad de comprender por encima de la de explicar, sin anular ésta última. Quiero decir que, para explicar lo que perturba al individuo es necesario recomponer su contexto, comprenderlo y, en base a ello, actuar siempre teniendo en cuenta que el punto de partida no es el mismo para todos, aunque el final podamos –no sin violentar los límites- clasificarlo en una lista de patologías.
Y ¿qué significa inclusión del terapeuta en la dinámica grupal? Básicamente implica el desdoblamiento de sus labores, tarea que me parece extremadamente compleja. Al mismo tiempo es parte del grupo y su conductor. El conductor tiene una participación activa en la dinámica y se ve influenciado por ella. Pero también tiene la función de tener presentes los elementos antigrupales y conducir la dinámica grupal hacia el desarrollo de las capacidades grupales.  Me planteo la dificultad que supone integrar esas funciones como parte de un todo.
La matriz supone una mente grupal formada por las mentes de los integrantes del grupo. Pero no solamente eso. Entre las mentes de los componentes se establecen relaciones, procesos y actos que trascienden al individuo o individuos físicos en que se apoyan. La dificultad conlleva tener en cuenta al individuo dentro de la matriz grupal, creo que está relacionada con la diversidad de puntos a tener en cuenta a la hora de comprender el estado de cada componente, el estado del grupo y la relación entre uno y otro. Parece que la cantidad de flancos se dispara, hasta hacerse innumerables. A ello ha de sumarse también el problema de la priorización en el tratamiento de esos nuevos problemas.

También me hace pensar en el problema del tratamiento prioritario del aquí y ahora. En lo que he podido entender, me parece difícil no ver la historia personal como un punto tan importante como el estado actual.

Me parece, por otra parte, interesante el convertir lo negativo que hay en los mecanismos de defensa en una parte positiva del proceso comunicativo. El síntoma comunica la necesidad de algo y no sólo la defensa contra algo. Creo que lo positiviza y cambia el “¿de qué te defiendes?” por el “¿qué quieres decirme?”.

Como conclusión diría que tanto los aspectos teóricos cómo los prácticos me han hecho conocer otra manera de trabajar que aun teniendo base psicoanalítica abarca otros aspectos más amplios que el individuo.  

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