Creo que el
grupoanálisis implica dos novedades con respecto a la terapia tradicional que
hay que tener en cuenta: 1) la inclusión del paciente en un grupo desplaza el
objeto de la terapia desde el individuo en un sentido cerrado a un individuo abierto.
2) El terapeuta se incluye en el grupo y, por tanto, es influencia y parte
influenciada por el grupo y sus dinámicas propias.
¿Por qué es
necesario tomar en consideración esas dos novedades radicales? Pienso que los
avances en el estudio del individuo no deben quedar fuera de la práctica
terapéutica. Un individuo no puede ser más una mónada, un núcleo autosuficiente
que puede explicar sus reacciones y sus afecciones solamente en base a sí
mismo. No puede separarse de su contexto (yo soy yo y mi circunstancia, decía
Ortega y Gasset) si se quiere comprender de manera global. Esto, bajo mi punto
de vista, prioriza la necesidad de comprender por encima de la de explicar, sin
anular ésta última. Quiero decir que, para explicar lo que perturba al
individuo es necesario recomponer su contexto, comprenderlo y, en base a ello,
actuar siempre teniendo en cuenta que el punto de partida no es el mismo para
todos, aunque el final podamos –no sin violentar los límites- clasificarlo en
una lista de patologías.
Y ¿qué
significa inclusión del terapeuta en la dinámica grupal? Básicamente implica el
desdoblamiento de sus labores, tarea que me parece extremadamente compleja. Al
mismo tiempo es parte del grupo y su conductor. El conductor tiene una
participación activa en la dinámica y se ve influenciado por ella. Pero también
tiene la función de tener presentes los elementos antigrupales y conducir la
dinámica grupal hacia el desarrollo de las capacidades grupales. Me planteo la dificultad que supone integrar
esas funciones como parte de un todo.
La matriz supone una mente grupal formada por las
mentes de los integrantes del grupo. Pero no solamente eso. Entre las mentes de
los componentes se establecen relaciones, procesos y actos que trascienden al
individuo o individuos físicos en que se apoyan. La dificultad conlleva tener
en cuenta al individuo dentro de la matriz grupal, creo que está relacionada
con la diversidad de puntos a tener en cuenta a la hora de comprender el estado
de cada componente, el estado del grupo y la relación entre uno y otro. Parece
que la cantidad de flancos se dispara, hasta hacerse innumerables. A ello ha de
sumarse también el problema de la priorización en el tratamiento de esos nuevos
problemas.
También me hace pensar en el problema del tratamiento
prioritario del aquí y ahora. En lo que he podido entender, me parece difícil
no ver la historia personal como un punto tan importante como el estado actual.
Me parece, por otra parte, interesante el convertir lo
negativo que hay en los mecanismos de defensa en una parte positiva del proceso
comunicativo. El síntoma comunica la necesidad de algo y no sólo la defensa
contra algo. Creo que lo positiviza y cambia el “¿de qué te defiendes?” por el
“¿qué quieres decirme?”.
Como conclusión diría que tanto los aspectos teóricos
cómo los prácticos me han hecho conocer otra manera de trabajar que aun
teniendo base psicoanalítica abarca otros aspectos más amplios que el
individuo.
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